(Sardinal, Carrillo,
Guanacaste - COSTA RICA - 1956)
Biografía
La obra de este autor ha merecido galardones en Costa Rica y
fuera del país: "Premio Latinoamericano Alfonsina Storni" (Argentina,
1982) y "Lagoa do Abaeté" (Bahía, Brasil, 1985). Creaciones suyas se han
difundido en medios nacionales y
extranjeros.
Poemas
suyos se incluyen en diversas antologías: "Nuevos Poetas
Costarricenses" Editorial Costa Rica, 1982), “Asamblea de
Poetas” (Recital, Teatro Nacional, 1983) "Universos na
esperança de amor e paz" (Bahía, Brasil, 1985) "A
l'issue de ce long moment"(Barré & Dayez Éditeurs,
París, 1987 -37 países), "Hojas Líricas de
Guanacaste" (1988), "Por nossa América" (Brasilia,
Brasil, 1991), “Povos e poemas” (Pueblos y poemas)–Edición trilingüe: portugués,
francés e inglés de muestras de 200 autores de los cinco continentes (Editorial
Universitaria de Portugal, Lisboa, 2003), “Guanacaste
escribe” (Ministerio de Cultura, 2004), entre otras.
Estudios
primarios en la Escuela Bernardo Gutiérrez (Sardinal, Guanacaste) y
estudios secundarios en el Liceo Nocturno de Liberia. Graduado en Enseñanza del
Español (UNA), con estudios en Administración Educativa (UNED), egresado de la
Licenciatura en Currículo (UCR) y Máster en Administración Educativa (U.
Latina). Se inició como Profesor de Español en el Colegio Técnico de Osa
(Palmar) y ha ejercido la docencia en distintas universidades, públicas y
privadas.
En
la actualidad se desempeña como asesor independiente de trabajos finales de graduación
(TFG) e imparte cursos relacionados con
la comunicación escrita.
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Canto a Guanacaste *
1. Cuando digo Guanacaste
Guanacaste, cuando digo tu nombre,
mi palabra viene como un río
sin cauce, sin medida,
como las paredes del invierno.
Cuando te nombro,
aquí palpita sangre,
crece el mundo,
somos vegetación y algarabía.
Tierra generosa,
Donde nació esta milpa de mil años,
como una espada mirando el cielo.
Cuando digo tu nombro, Guanacaste,
crecen estas manos incansables,
se me hacen de machete y de rocío.
El sol te mira de frente
y se bebe el llanto de la noche.
2. Guanacaste, patria campesina
"Guanacaste, madre
y padre, hermana del sol y de la lluvia".
Si Nayudel viviera así te llamaría.
Madre chorotega,
milenaria de quehaceres y de halagos,
nadie sabe que eras invencible
en los tiempos de la danta y el tigre.
Debemos defender la magnitud de tu herencia,
desde el principio
hasta la era del crimen y el fuego.
Porque quemaron una parcela de tu historia,
un legado de siglos ancestrales.
Mil años de tu historia
ardieron tres meses en la plaza,
durante la invasión española.
Pero a vos, patria campesina,
no te quemaron.
Sigues en mitad del llano: sembrador,
jornalero, sabanero, rondero,
programador de computadoras, cocinera,
en fin, pueblo guanacasteco.
(*) Finalista en el concurso literario regional “Gobernación de Guanacaste” (1990)
_____________________________________________________________
A mi Patria
(el Día Mundial del Ambiente)
Al amigo poeta ambientalista David Maradiaga (1968-1995)
1.
Somos lirios.
Nacimos para crecer en el agua,
en el aire, contra el tiempo,
bajo la rigurosa mirada del cíclope
-bajo su ternura-,
ese sol antiguo que nos dice
con las fuerzas del amor:
“Bébanse esta luz que yo les traigo, bébansela,
porque es la madre del agua y de la tierra,
de la flor y del origen.”
La misma luz que nos depara
el sabor innumerable del arroz y del trigo,
la sustancia singular de los mangos,
los mamones, las papayas.
La dulzura sin par del melón y la guanábana,
la velocidad imparable de los ríos,
el verdor sin frontera de la milpa, esa energía milenaria.
2.
Somos esa milpa.
Para nosotros, el agua y la tierra
tienen la historia de raíces.
Procedemos de esa milpa,
de ese maíz que germinó hace ya siglos.
Somos espigas de esa estirpe inmemorial,
de una tierra y una savia
que no conocieron la peste del hacha,
el abecedario del hambre.
De ese sol, que nos habla cada día
por nuestra piel y por el agua,
de esa misma lluvia vinieron:
sombra, manantiales, bosques,
el concierto sin barrera de los pájaros,
el equipaje de mil corrientes
en dirección hacia los mares.
Así nacieron las paredes de las casas,
techos y andamios,
la estructura de la vida pendiente de una rama.
Pero hoy, la espada de Democles
se cierne sobre el tórax de la Patria ,
un perro invisible que nos muerde:
un río de furgones con cara de ángeles,
silueta de dragones, humo de centauros,
que anuncian la hora del desierto y la ceniza.
Escuchen el dolor de la madera, la sierra,
a lo lejos, derribando tantos árboles,
rugiendo, abatiéndolos, derrotándonos.
Y se oye un lejano golpe de hacha,
como un latido de un corazón que se acaba.
Miren: el vía crucis intermitente de camiones,
como cadenas que atan la mercancía impune:
enormes billetes con olor a cedro recién cortado,
a laurel tendido en una cama,
con sabor a invierno disecado,
herida atmósfera,
días mutilados,
reducidos a trozos ya sin savia,
en el tránsito hacia una muerte inaplazable.
3.
Si usted aguza el oído
-si aún no ha perdido los tímpanos
por el estruendo de los árboles, al desplomarse-,
escuche alrededor,
en cualquier sitio:
Somos una región sin manantiales, sin pájaros,
sin árboles,
sin nosotros,
sin nadie.
Poco a poco van,
vamos desapareciendo:
la materia prima del pájaro carpintero,
las guayabas de la ardilla,
la masa de los pericos,
los manjares de las urracas.
Y todo por culpa de las sierras y del petróleo,
las hachas, los camiones, es decir nosotros,
átomos contra el verdor y la esperanza.
Ahora mil ríos tienen una sed insaciable.
Sed de ríos.
Sed de peces,
de corrientes sin regreso ni memoria.
Es la sed que nos apretará la vida
hasta que dejemos de ser,
un día ladridos, cementerio y mármol,
porque seremos desde entonces
un río sin ruta, sin cuerpo, sin Patria.
O seremos esa Patria sin nadie, sin nadie.
Ojalá no estemos destinados para tanta desgracia.
Que nunca llegue ese día que te hayamos derribado,
oh Patria, como a tantos y tantos bosques,
o no te hayamos dejando morir,
como a los ríos, vertientes de tu sangre.
Ojalá no te dejemos a la merced del olvido,
de patentes, sierras y hachas.
Que un verano infinito no nos traiga la hora final,
apretándonos, sin cesar, la garganta.
Ciudad Neily, Costa Rica, 5 de junio de 1988
(Día Mundial del Medio Ambiente)
_____________________________________________________________________
HOMENAJE A MI MADRE A LOS 19 AÑOS DE SU PARTIDA
Poema: "Gracias, madre"
_______________________________
A la memoria de mi madre,
Josefa Guadamuz Pizarro (q.d.D.g.)
1.
Para alcanzar el sol de cada día,
su esfera luminosa,
el equilibrio catedral y calma,
evoco la huella de tu paso, madre.
Todo lo infinito que tú tienes,
Toda la luz de tus afanes,
la profundidad de tu sonrisa,
como el pétalo de tus manos,
como tu voz siempre sinfonía.
todo lo llevo en mí,
como en un naufragio.
2.
Todo me duele en tu sofoca.
En tu ausencia,
O cuando surge alguna tos anciana,
algún brote de nostalgia o bruma.
En fin, todo en mí se torna espada
Si hay en tu piel un dolor difícil,
alguna espina en la sangre.
Canto el júbilo reflejado en tu dulzura.
Celebro como nadie tu alegría.
Como una milpa que festeja
el agua del invierno, la borrasca.
3.
A ti se debe mi sonrisa.
Por
tu pena se acaba mi alegría.
Porque
eres el río que me ha traído al mar.
Indivisible. Innumerable.
Eres
la edad del agua.
Tu
vida dura mil años.
En
ti, madre, no hay fronteras.
Eres
la raíz de todo lo que vive en mí.
Cúmulo,
razón, origen.
Siempre
serás el astro en torno al cual giro,
mi
punto de partida.
4.
Antes,
hace ya siglos,
Vivía
yo, pequeño y sin nombre, en tu templo.
Vivía
ese tiempo sin muros,
como
semilla de abril,
como
maíz dentro de la tierra.
Una
tarde nací y fui otra milpa,
gracias
a tu caricia de agua.
Aprendí
a caminar y a caer,
porque
era un cuerpo pequeño,
un
delirio de pasos,
piel
de tierra, ojos de tierra
y
un corazón a tu semejanza.
Ahora
solo me golpean las caídas necesarias,
gracias
a ti.
Tantas
veces me enseñaste las espinas de la rosa,
aue
pude caminar tú sabes cuánto,
Tú
sabes cómo, mirando siempre dónde se cae,
porque
nadie cae en el mismo sitio.
5.
Habías
esperado tanto.
¡Habías
vivido tanto, para que yo sobreviviera!
Inefable
es tu amor,
porque
nunca de importó morir.
Habrías
quedado inmóvil para que yo corriera.
Te
habrías quedado sin voz para que yo cantara.
Me
protegiste de los muros.
Tu
vocación es, fue salvarme.
Gracias,
por indicarme la noche y sus puñales.
Por
armarme caballero de la guerra por la paz,
acróbata
del hambre y príncipe de caídas.
Por
liberarme del ruido del cencerro,
para
emprender un vuelo de gaviota, sin determe.
En
fin, gracias por decidir para mí los mejores cauces.
Por
encender esta llama.
Por
abrir esta trocha que se va haciendo camino.
Por
forjar esta palabra que quiero ser,
este
intento de escribir con mayúscula
la
raíz de tu alegría.
HOMENAJE A MI MADRE A LOS 19 AÑOS DE SU PARTIDA
Soneto "Claveles para mi madre"
Estos claveles para mi madre (soneto)
A mi madre, Josefa Guadamuz Pizarro (q.d.D.g.)
Sí, vengo de tu piel encadenada.
Vengo de tus pétalos de dulzura.
Procedo de tu amor, de la ternura,
ahora con su luz amurallada.
Sin ti, soy como una noche enmarañada,
la aurora sin rocío en la espesura.
Si no vuelvo a ti, región de altura,
si no acude tu voz a mi llegada.
Te entrego los claveles prometidos
porque vivo en los huertos que plantaste.
Florecerá todo lo que perdimos
en el árbol de amor que tú sembraste,
por el fruto que somos, porque fuimos
la guerra del dolor y tú triunfaste.
________________-_______________
Mil caminos en los
Umbrales
de un nuevo milenio*
Una nueva manera de leer el
mundo.
Una palabra distinta para
cantarle a las cosas.
Escribir de modo diferente la
aurora del crepúsculo.
Una barca que nos lleve al
otro lado del océano.
Otro invierno que nos llueva
por dentro.
Un río que construya nuevos
cauces,
puentes que nos lleven a
otros territorios,
a otros mares, a otros
montes.
Se trata de que no nos arrastre la marea,
de que no nos tiren huracanados vientos
(como si fuéramos hojas secas hacia un mar sin regreso,
como hacia un cementerio).
De fronteras que nos unan.
De nuevos faros que iluminen otros puertos,
otras salidas, otra ruta en el mapa de la Tierra,
otro surco, donde siempre nazca una espiga humana,
una cosecha mayor.
Una fuerza que nos haga parir mil ideas.
Un cúmulo de voces en el desconcierto
de un bosque de respuestas
para cada pregunta que nuble el sendero.
Mil caminos hacia un encuentro con un día inédito,
este milenio intruso
que nos trajo su equipaje de rosas y serpientes,
todas sus tribulaciones y sus besos.
Se trata de un tiempo duro y dulce,
que reclama sólo respuestas,
que nos reclama a nosotros de cuerpo entero,
sin pretextos,
con el fervor de una Patria terrenal, vivos.
Vivos a la salida del túnel.
Vivos, en la noche más incierta de las épocas.
________________________________________________________
(*) Poema escrito en Ciudad Neily, Costa Rica, en las últimas
horas del 31 de diciembre del año 2000,
último día del siglo XX, horas
antes de iniciar el Siglo XXI y, con este, el tercer milenio.
América *
Desde ese momento,
la cuenta del tiempo caminó por otro lugar,
como si de repente los pájaros empezaran a volar por debajo de la tierra.
JOSÉ LEÓN SÁNCHEZ (Tenochtitlan)
1. Antigua América
Eras, América, la superficie virginal
de selvas, cataratas en las que el agua
y su tromba, tenían vuelo de quetzal,
sonrisa de arco iris.
En tu espalda, pura como el rocío
antes del alba, con un sol de frente,
bebiste senderos, altitudes que en tu transcurso
eran plata, carbón y cobre.
Eran oro y salitre.
Eras labriega, incansable,
en tu trono de espesura,
con un gesto de milpa verdadera,
cabello de espiga, hermana de la patata,
ebria de una libertad sin orígenes.
Guerrera contra ti misma
en los tiempos difíciles,
en los recodos del camino,
fuiste lanza contra el músculo de la tierra,
tu tierra. Tú, el átomo
que nos deparaba una y otra milpa.
Fuiste, contra los más sagrados designios,
sangre combatiente en la cumbre de una lanza,
soledad disminuyendo la población de tus distritos.
_______________________
(*) Incluido en la publicación No. 15 de la serie “Temas de Nuestra América”, Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Costa Rica (IDELA), 1990. Publicado en el libro: “Por nossa América” (1991), por la Sociedad de la Cultura Latina (Sao Pablo, Brasil, 1991) al conmemorarse los 500 años de la invasión de América por parte de los españoles – Incluido en la antología “Povos e Poemas” (Pueblos y poemas)–edición trilingüe: portugués, francés e inglés de muestras de 200 autores de los cinco continentes (Portugal, 2003) Publicado en la revista brasileña “Poietiké” (1985) –
2. América invadida
Conocimos el itinerario de los peces en el agua,
habitantes del oro, el barro, la piedra
y el musgo.
Fuimos la corriente en la historia de ese cauce,
árbol de lealtad
y nos deforestaron,
desde el Río Bravo hasta la Tierra de Fuego.
Era la primera página de la Profecía Ah 8,
dictada por los ancianos,
que conocimos antes de la estaca,
sus rigores de fuego, como contra el ganado,
el poder calcinante del hierro
en el hombro y en la cara.
3. América perseguida, combatiente, sacrificada.
Allá, aquí, murieron capitanes
entre la pólvora y la sangre.
Allá, aquí, no pudo la multitud
contra la llama de Hernán Cortés,
quemando madrugadas.
Inti, el dios del Sol se llenó de heridas
cuando la Profecía Ah 8 se perpetuaba en ti...
¡Aquella esperada visita
de los dioses verdaderos, no invasores,
("viracochas") con fusil y barba!
¿Acaso un Quetzalcóatl extraño...?
Declaraciones deicidas
y todas la sílabas de la sangre...
La furia de un ciclón definitivo...
Los cuatro caballos que desbarataron,
más tarde, a Túpac Amaru,
el último de los mártires.
Dioses inventados se clavaron como un pedernal sin fin
en cada repliegue de los días...
Fue creciendo un día de obsidiana en ti, América invadida.
Como secretos paralelos
a la sangre y sus abismos,
dos hijos de Pizarro nos hirieron calendarios.
El humo de la última ceremonia
anunció una era implacable
que trocó el canto y las danzas milenarias
en furia, pavor y cautiverio
hasta arrancarnos toda Arauca.
4. América desolada
Borraron de un diccionario que creíamos perpetuo
las más altas palabras.
Nos hundieron la bayoneta en el lenguaje.
En la creciente de los ríos.
En el canto interminable del urutaú.
La quena no pudo cantar: extendió un lamento
multitudinario, inaplazable.
Más allá de la travesía inmemorial del cóndor.
Más allá de la espada fronteriza de la noche,
donde se superponen los colores del quetzal,
en ese herido vuelo, y un arco iris vapuleado
por fusiles.
Solo una muerte canta el cuatro sin charango.
Tenochtitlan nos dice adiós, naufragando
y muriendo, entre el fuego y el agua.
No era de fuego la tierra:
se hizo incendio a fuerza de balas.
Era magia aquí, pólvora allá.
No pudo el tiple con cuatro atabales.
5. América inapagable
Es, eres América, desflorada, desnuda,
herida por el océano:
Somos tus hijos, a la sombra del origen,
hasta el hueso.
Gotas de la misma sangre.
Rotos por el mismo palo de fuego (1)
en los ríos y en los Andes.
La misma ocarina de animales.
El grito de la misma quena.
La misma pobreza que espera
debajo del poncho.
¡Los mismos caites! (2)
La misma pollera (3) te cubre, América golpeada,
mi querida Patria bolivariana.
Somos tus hijos legítimos,
a pesar del crimen, a pesar de las murallas,
madre ancestral.
Dulce América inapagable.
___________
(1) Palo de fuego: designaba al fusil o bayoneta, en las lenguas indígenas.
(2) Caite: sandalia de cuero (vocablo propio de América Central)
(3) Pollera: falda externa del vestido femenino (americanismo)
Historia
de fatigas
1.
Hoy
no nos duele la sombra.
Nunca
nos duele.
Es
el paso inevitable
que
se cifra en el surco,
el
nacimiento un cañaveral,
una
flor,
un
martirio.
2.
Hoy
es un día de raíces.
Somos
habitantes de la piel de dos seres.
Eres
tiempo luz,
templo
del naufragio.
Ya
soy vértigo,
el
último recodo del agua que te baña,
la
espada radiante de una noche
sin
estrellas.
No
tengo aire,
ni
tromba,
ni
salitre.
Te
declaro heroína y frutal,
mi
única sonrisa.
Ya
conozco la frontera de los límites.
Ya
soy río inexistente, mar sin predominio.
Ya
tocas la puerta principal del gozo.
Ya
todo es dulce, trueno, savia:
han
nacido todos los relámpagos.
3.
Somos
la Constelación
del Águila.
Por
un instante conocimos la hoguera
en
el arrebol más lejano del agua.
Desde
entonces nazco sin cesar,
ciego
en la profesión de ser en ti,
aunque
canceles la luz de los espejos
(la
pésima costumbre de repetir los rostros),
siempre,
hasta que el sol aparece en escena,
quebrándose
en el mar, naufragando,
derrotado
por la noche o por el día.
Esta
es mi rendición.
Nada
te sustituye:
cada
siembra,
cada
parcela de abril,
es
un átomo que me somete a tu heroísmo.
4.
Nunca
supe de otros mundos
para
habitar el trueno,
la
miel que profeso
recluido
en celdas inmemoriales,
cúmulos
de fortaleza y musgo,
mi
lluvia de galopes
extendiéndose
en
la oscuridad de tus distritos.
Esta
es mi rendición definitiva.
No
hay estado ni sitio
para
tu catedral de furia,
los
cuatro caballos:
mi
batalla central,
mi
"Waterloo".
Por
fin poblamos la casa del delirio,
la
gestación de mi caídas,
génesis
y permanencia del mundo en cada pacto.
SELECCIÓN DE POEMAS DEL LIBRO "COMO UN RÍO"
ANTOLOGÍA
POÉTICA
1978-1998
Amor
a tientas*
A esas mujeres,
porque reparten el amor a
tientas.
Tu cuerpo es anfitrión y campanario,
un flechazo de luz doliente
que deja en plena libertad tu territorio
y se sumerge en el azul más rojo de tu abismo.
Alguien te sembró como una milpa
en el desierto que aplaude solo caídas.
Tienes un sendero oscuro batallando con la luz,
sin himno.
Dos astros que se pierden con sus ojos negros,
como círculos.
Crepuscular y oscura,
sacudes tus montañas y pierdes tus praderas
en el azul más dulce de tu
incendio.
Tienes un sendero oscuro clavado en la pupila,
la boca raída por el beso,
la noche atajando corpiños.
Es tanta la soledad derramada en tus rocíos.
Tu cerveza me invita a desvivir contigo,
noche a cuerpo en la memoria.
Aplaudieron tu paso que sonríe,
tu prenda en vuelo,
la primera piedra que fulgura.
¿Sabes?, esta noche sí es oscura.
Los aplausos derrumbaron las estrellas.
__________________
( * ) Premio Latinoamericano de Poesía Alfonsina
Storni (Fundación Givré, Argentina, 1982)
Publicado en el Suplemento
“Áncora” del diario La Nación
(1982)
Incluido en la antología “Guanacaste Escribe” (Ministerio de Cultura,
Juventud y Deportes, 2003)
Amor
a tientas*
A esas mujeres,
porque reparten el amor a
tientas.
Tu cuerpo es anfitrión y campanario,
un flechazo de luz doliente
que deja en plena libertad tu territorio
y se sumerge en el azul más rojo de tu abismo.
Alguien te sembró como una milpa
en el desierto que aplaude solo caídas.
Tienes un sendero oscuro batallando con la luz,
sin himno.
Dos astros que se pierden con sus ojos negros,
como círculos.
Crepuscular y oscura,
sacudes tus montañas y pierdes tus praderas
en el azul más dulce de tu
incendio.
Tienes un sendero oscuro clavado en la pupila,
la boca raída por el beso,
la noche atajando corpiños.
Es tanta la soledad derramada en tus rocíos.
Tu cerveza me invita a desvivir contigo,
noche a cuerpo en la memoria.
Aplaudieron tu paso que sonríe,
tu prenda en vuelo,
la primera piedra que fulgura.
¿Sabes?, esta noche sí es oscura.
Los aplausos derrumbaron las estrellas.
__________________
( * ) Premio Latinoamericano de Poesía Alfonsina
Storni (Fundación Givré, Argentina, 1982)
Publicado en el Suplemento
“Áncora” del diario La Nación
(1982)
Incluido en la antología “Guanacaste Escribe” (Ministerio de Cultura,
Juventud y Deportes, 2003)
Identidad *
Somos dos territorios desatados por la espuma,
un desenfrenado total al borde del estrépito,
porque se reincorpora la semilla
y es profesora de esta siembra,
región sin tregua de lo puro.
Decretas tuyo el mar, tuya el agua
que nos trajo el invierno.
La inquietud perenne de la uva, todo el vino,
porque la copa es asunto de etiqueta
y no hay cristal para tanto ejército.
Deberemos confundirnos en la borrasca,
a merced del musgo encendido por los besos
y un abrazo torrencial que nos apremie.
Se trata de celebrar la miel de este suplicio,
la entrega del silencio como un grito,
mil canciones oficiadas como pétalos,
y que ejerza el lirio la presidencia.
_____________________
(*) Premio Internacional “Lagoa do Abaeté” (Bahía, Brasil, 1985)
Publicado en el libro: “Universos en la esperança de amor e paz” (1985)
Canto a Guanacaste *
1. Cuando digo Guanacaste
Guanacaste, cuando digo tu nombre,
mi palabra viene como un río
sin cauce,
sin medida,
como las paredes del invierno.
Cuando te nombro,
aquí palpita sangre,
crece el mundo,
somos vegetación y algarabía.
Tierra generosa,
Donde nació esta milpa de mil años,
como una espada mirando el cielo.
Cuando digo tu nombro, Guanacaste,
crecen estas manos incansables,
se me hacen de machete y de rocío.
El sol te mira de frente
y se bebe el llanto de la noche.
2. Guanacaste, patria campesina
"Guanacaste, madre
y padre, hermana del sol y de la lluvia".
Si Nayudel viviera así te llamaría.
Madre chorotega,
milenaria de quehaceres y de halagos,
nadie sabe que eras invencible
en los tiempos de la danta y el tigre.
Debemos defender la magnitud de tu herencia,
desde el principio
hasta la era del crimen y el fuego.
Porque quemaron una parcela de tu historia,
un legado de siglos ancestrales.
Mil años de tu historia
ardieron tres meses
en la plaza,
durante la invasión española.
Pero a vos, patria campesina,
no te quemaron.
Sigues en mitad del llano: sembrador,
jornalero, sabanero, rondero,
programador de computadoras, cocinera,
en fin, pueblo guanacasteco.
(*) Finalista en el concurso literario regional “Gobernación de Guanacaste” (1990)
Días
amargos
Hay
días que nacen con una atroz locura e improperios.
Hay
pedazos de muerte
y un
eterno calendario de hipotecas.
Hay
días amargos,
con
ese sabor a palabras ocultas
a
noticia puñal, si no hay un camino, una ruta
que
nos lleve, sin esta mueca de hambre,
sin
estas manos extendidas,
esta
boca, esta sed.
Hay
días con la cabeza envuelta...
Parece
que les da vergüenza.
Hay
días de pájaros cautivos.
Son
esos días sin nombre y qué importa:
se
tapan la cara en los parques
para
que no adivinen la historia.
Lo
dejan caer como si fuera un papel
que
se convierte en mariposa blanca...
Hay
días que nacen con furia,
contra
todo lo que desencadena el martirio.
Quisieran
disparar este dolor,
como
en una celebración de todo y nada,
dejarlo ir hacia la otra parte del mundo.
Soltarlo
definitivamente y que vuele,
como
esos pájaros
que
hacen una noche en las mañanas.
Que
florecen allá, en la basura de las calles
o en
las vísceras de un potrero.
Hay
días que nacen para guiñar el ojo a las heridas
y
decirles que no, que no podrán detenernos
cuando
por dentro nos crece un milagro.
Palmar Norte, Costa Rica, enero
de 1982
Nostalgias y oficios
Soy hombre: duro
poco y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender
comprendo:
También soy
escritura y en este mismo instante alguien de me deletrea.
OCTAVIO PAZ
En
Sardinal, hace ya siglos, nació mi espera.
Crecí
a la altura del bledo,
en
la extensión del guácimo y de la sombra.
Devoré
montañas, con la furia del machete.
Inventé
la socola,
para
ser peón en los cañaverales,
en
las rondas y en las milpas.
Allá,
en la región más cercana a la vida,
fui
centinela de esa espuma que se aloja
a
un lado del camino,
como
si el zacate naciera con sandalias de nube.
Fui
sabueso del garrobo, espía de los armadillos,
acróbata
en pos de alguna fruta,
testigo
de la serpiente en el sigiloso silencio.
Allá,
donde habita el cornizuelo
y
un "paravós" (*) sin
alas, perdido en esa letanía inexplicable.
En
aquel pequeño país de claveles y hormigueros,
nací
con piel de tierra, manos de tierra, ojos de tierra.
En
mis músculos floreció un día de fatiga,
clavado,
como un tatuaje, en el surco.
En
el matorral de mi cabello,
creció
una noche leyendo estrellas.
Aprendí
a crecer mirando el sol de frente,
como
una torre de maíz, ante el espejo de un riachuelo,
que
de repente se quiebra.
Escalé
desafiando la fuerza de gravedad,
y
pude ver, desde lejos, lo que fue mi casa.
Y
un día sacudí un árbol todo lo que podía,
para
provocar una lluvia de mangos.
En
mi espalda, recibí una lluvia de avispas.
Fui
prisionero del cultivo.
Héroe
del músculo y arado, bajo la lluvia.
O
combatiente contra el imperio de una sed ya sin labios.
Así
era, así es mi padre.
___________________
(*) Paravós: Onomatopeya de un pájaro propio de la
provincia de Guanacaste.
Todo
se fue achicando: el patio, el aire,
el
agua residual que había en el pozo.
Alguien
cercenó el vuelo de los pájaros.
Alguien
proscribió la lluvia.
La
milpa dejó de crecer.
La
semilla dejó de germinar.
La
tierra se bebía el agua, como un abismo.
Como
un sediento abismo.
Hoy
no tengo pala, ni machete, ni el suplicio
de
ver derrumbarse las paredes de mi casa,
de
sentir los escombros caer a veces en mi espalda.
El
perro muerto de rabia.
La
yegua parida en el monte
y
nosotros mordiendo a duras penas un jocote,
sumidos
en un sopor mitad llanto y mitad furia.
En
Sardinal nació mi espera y mi poesía.
La
verdadera cara de la vida.
Allí
conocí la fruta del paisaje, la otra calle,
el
capullo, el crepúsculo.
La
niebla que se posa entre la realidad y el olvido.
Desde
entonces sé de un país que se llama casa
y
de una sombra que me dará albergue.
Desde
entonces vivo en esos umbrales
y
cabalgo en esos aleros.
Como un río
Esta es la hierba que crece
donde quiera agua
Este es el aire común que baña el
mundo.
WALT WHITMAN
Cuando
vuelvo la proa
hacia la ruta del origen
acude
a mi estandarte
el
soldado del surco,
la
azada combatiente por el fugitivo
y
el sabueso, por el verdugo
siempre
flagelando,
siempre
con arterias en la púa.
De
tarde en tarde
fui
peón de la socola,
jinete
en la vigilancia de la milpa
que
me dio la altura de espiga,
y
un sol.
Entonces
conocí la cólera
de
la hormiga en su país,
militante
soberanía,
supe
de la delicia de la miel y panal,
el
rigor con que protestan las avispas.
Mordí
la angustia de verse derrumbarse
las
paredes de mi casa transitoria,
bodega
de profesión,
rascacielos
que sonríe y brinda albergue.
Bebí
una furia pequeña, insuficiente
y quise edificar casa por casa, reconstruirlas.
Entre
tantas nostalgias y oficios,
fui
cosecha, cañaveral,
una
noche y un revólver, madrugada y “no proteste”.
Después
de la catástrofe hubo heridas,
emergencias
descalzas y todo
porque
una tarde
escribió
una cirugía mayor en mi camino.
Después
fui vigilancia y palabra,
pero
nunca aprendí a detenerme.
OTROS POEMAS - POEMA 1 - TOMADO DEL LIBRO PERDIDO ITINERARIO:
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HOMENAJE A MI PADRE
No hay adónde ir
para clavar en lo profundo
el puñal de la duda.
Para arrancarnos de la piel
esta insignia de muerte,
esta marca en la sangre de los días.
Porque nos arrancaron la alegría
del calendario.
La vocación del tiempo
es vencer la esperanza,
taparle la cara
en el sainete de las horas.
Por eso los relojes
saben de agujas en las costillas.
De aceras sin prontuario,
aire en los estómagos
y de frías ráfagas en la espalda del abandono,
un dolor endémico en la noticia,
un escándalo con su cuota de olvido.
Construyeron la mañana con los ladrillos de la noche.
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HOMENAJE A MI PADRE
Fruto verde, fruto maduro *
A Socorro Cabrera Corea, mi padre,
habitante de Cieneguita, Limón
Padre: hay muertos difíciles de enterrar
y creo haber enterrado recuerdos
con olor a podredumbre,
los puñales que asesinaron el tiempo,
los días de obsidiana, los vidrios que nos cegaron,
la iniquidad de abandonarte,
de abandonarnos todos así,
a prueba de calendarios,
la depresión, el dolor, los percances.
Perdón por ser fruto verde para la vida,
vendimia de barbecho para una milpa verdadera...
Por ser esa daga invisible, que hiere por dentro,
y que su herida de sal nos mata a plazos,
que va dejando un rastro de sangre,
ese rostro esculpido con gubia.
Perdón por ser una espada de Damocles,
después de regalarme la luz de las palabras.
Quizás no nos merecíamos tanta dureza,
que se multiplicó con la furia del tiempo...
Nadie merecía sufrir un dolor incurable,
una herida que se niega a cicatrizar...
Las lágrimas se saldaron con más lágrimas.
Éramos frutos muy verdes para anudar vidas tan rotas.
¿Para qué sorber de un solo golpe la misma pesadumbre,
con todo el vinagre y sus cuchillos…
Aquí el bisturí dolió más.
La condena fue más grave que la culpa.
De pronto uno necesita ser libre,
ser fruto maduro para el amor.
Perdonar, tolerarnos, es degustar la fruta madura.
Hablar de lo sublime, aprender a contemplarnos
y darle gracias a Dios porque existimos.
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(*) Homenaje humilde a mi padre, quien fue mi primer maestro: me enseñó a leer y a escribir,
antes de ingresar en la Escuela Bernardo Gutiérrez (Sardinal, Carrillo, Guanacaste)